Eres estrella


No recuerdo si plácidas eran las horas, o el cansancio hacía sombra a la energía de un camino que se prolongaba en el tiempo. Sin embargo, en este tenue recuerdo de detalles, si pude fijar en mi mente lo que ella nos iba escribiendo desde el cielo. Quiso el pasado año asomarse al balcón de la aventura y apresurarse a querer peregrinar con la Virgen de la Bella.
Pero su Santo Hijo, tenía otros planes para el venidero año de 2010; al ver en los ojos de aquella mujer tanta ternura contenida en su espacio, hizo su peregrinar desde el cielo. Desde un balcón escondido y remoto tras la cortina de la humildad, pero nunca perdiendo detalle. Al fin y al cabo, hablamos de Natividad Bohórquez: bondad y humildad. Y en los anales del tiempo se escribió. Porque escrito estaba que su hija, Cristina, hiciera el gran esfuerzo de dedicar sus pasos a la Bella, en nombre de su madre.

Caía el día, y se presentaba una noche repleta de emociones, pues de emoción se edifican estos actos tan especiales para una comunidad como es Lepe. Balcones engalanados, calles inmersas en la religiosidad popular con portales hermosos mostrando sus mejores galas, y un sin fin de caminantes que se dirigían, tras el racheo de La Virgen de la Bella, hacia el destino aldeano de su Ermita. Todo era multitudinario y devocional. Se sentía una atmósfera cargada de oraciones, promesas y agradecimientos para la Patrona de Lepe. “Viva la Virgen de la Bella, viva su Santísimo Hijo, viva la Patrona de Lepe, Bella, Bella, Bella, Viva la Virgen de la Bella”
Y en este tumulto de personas que dependían esa noche de una petición, Cristina, soñaba con otras pretensiones. Una particular mirada en su rostro que dibujaba en el aire un hermoso sueño. Miraba mucho al cielo, y a veces, pensativa, fijaba sus ojos en alguna estrella. Ella buscaba; no eran ojos que dirigía sin rumbo. Sabía muy bien lo que hacía. Y ello me hizo recordar aún más a mi tía Natividad, porque verla a ella, era ver a mi tía.

Las farolas se agotaban, y entre el cansancio y el frío, decidimos adelantarnos al Sagrado lugar de la Virgen en su Aldea. Ya en el íntimo descanso por haber llegado, hice acopio de un relajante masaje de pies para aliviar algunos dolores articulares causados por el incesante peregrinaje desde Lepe.

Y en el inciso marcado por el descanso, tuve la gran suerte de verla de nuevo. En el fondo de pantalla del teléfono móvil de mi prima Cristina, se hallaba una imagen la cual era una estrella, solitaria, escoltada por un fondo azul precioso. Ante mi asombro, pues nunca había visto tal detalle, le pregunté el por qué de esa imagen. Se apreciaba algo pixelada, como si hubiera intentado acercarse lo máximo a la estrella para, primero, tocarla, y luego retratarla.
Le pregunté finalmente, y su respuesta, no es que me estremeciera, pues me lo imaginaba, pero sí creó en mí una nueva visión de lo que es la vida. Pensé que al final, siempre se está, si confías tú mismo en las posibilidades de una existencia eterna.

Esa imagen retratada en el teléfono móvil de mi prima, era una estrella que ella había visto durante varios días, siendo la única estrella que se perfilaba en el firmamento de aquellas noches de anhelo contenido y nostalgia inusitada. Las restantes palabras eran el fiel reflejo de una hija que ha sufrido como nadie la pérdida injusta de una madre y la desgarradora tristeza de la separación carnal. Pero a la vez, eran ojos de esperanza pues, segura estaba que aquella estrella, era su madre.

Son tantas las convicciones que surcan nuestros pensamientos todos los días, que la cuasi-experiencia de la vida, nos enseña a distinguir las irreales de las reales. En los ojos de Cristina aquella noche, había seguridad y convicción de que su madre era luz y guía. Sus labios, al contarme lo escrito, eran firmes y rigurosamente concretos en sus palabras. Y sus manos, se agarraban férreas a la seguridad cierta de creer que su estrella, era el faro celestial que iluminaba sus noches.

Esta no es la historia ficticia de un hermoso sueño en el que una hija ve a una madre. Sólo es el perfil real de un amor entre dos personas que nació un siete de Abril de 1991, y que nunca morirá.